Innovación en el rendimiento deportivo (I)
Transgredir para transcender, una máxima para sobrepasar los límites establecidos.
La celebración de los Juegos Olímpicos es el contexto idóneo para observar los límites de las capacidades físicas del cuerpo humano. Un gran escaparate donde los países muestran al mundo los resultados de sus métodos de entrenamiento a lo largo de cuatro años de preparación. Quizás uno de los mejores laboratorios a gran escala, el lugar perfecto en el que deportistas, entrenadores e investigadores pueden encontrar nuevas soluciones para mejorar esa décima o centímetro que les lleve a lo más alto del pódium. Una oportunidad inmejorable para que, de los espacios liminales entre diferentes teorías del entrenamiento y disciplinas, emerja la innovación.
A lo largo de esta serie de editoriales abordaremos el concepto de la innovación en el entrenamiento deportivo, una pieza clave para elevar el nivel de atletas y equipos. Antes de adentrarnos en este tema, es fundamental comprender su significado, cómo se diferencia de las simples actualizaciones o mejoras incrementales y qué peligros puede acarrear una innovación sin control.
¿Qué es la Innovación?
La Real Academia Española define el concepto como “mudar o alterar algo, introduciendo novedades”. La innovación es un proceso que incluye cambios sustanciales que transforman la manera en la que observamos, entendemos y resolvemos los desafíos. Unos cambios que pueden originarse por la modificación de elementos ya existentes o la implementación de elementos totalmente nuevos. Y en algunas ocasiones los procesos innovadores surgen de la importación de ideas o técnicas de otras disciplinas del conocimiento, la transferencia. Aunque a este concepto le dedicaremos su propio espacio en el futuro. Sea la vía que sea, la innovación lleva implícita un alto potencial para imponerse a otras soluciones vigentes hasta la fecha, aunque esto conlleve rechazo y un período transitorio.
Es esencial distinguir la innovación del concepto de actualización incremental. Este segundo concepto es el reflejo de pequeñas modificaciones que se manifiestan en mejoras graduales de características específicas. En esencia, aun mejorando algunos procesos y generando ciertos beneficios, su impacto es menor. Ejemplifiquemos ambos conceptos (innovación vs actualización incremental) y sus diferencias a través de un caso deportivo: la técnica del salto de altura.
Un caso de éxito de la innovación: el salto de altura
La prueba de salto de altura es una de las pocas disciplinas deportivas que siguen vigentes en los Juegos Olímpicos modernos tras su puesta en marcha en 1896. Y a lo largo de todos estos años, la técnica del salto ha sufrido algunos cambios significativos, incluyendo la carrera y modificando con el tiempo la técnica y trayectoria de esta.
Los primeros saltadores utilizaron la técnica denominada como “tijera” desde una posición estática, una técnica que se vio alterada al incluir en la década de 1930 la batida previa al salto, una carrera previa al salto que se realizaba recta hacia el listón, permitiendo así una mayor velocidad para superar la barra. Este estilo fue sustituido por la técnica del rodilla ventral, que sin duda supuso una mejora de los registros de altura de los atletas. Este cambio, ¿es innovación o una actualización? Veamos el último cambio y definitivo hasta la fecha.
Innovación en el salto
Años más tarde, en los Juegos Olímpicos de verano de 1968, Dick Fosbury presenta al mundo la técnica que le llevó a marcar un antes y un después en la disciplina del salto de altura, y que llevaría su nombre por el resto de los tiempos, “Fosbury Flop”. Un salto que, si bien se recuerda principalmente por realizarse de espaldas al listón, incluyó también modificaciones en la aproximación a la barra. En las técnicas anteriores la trayectoria de la carrera era lineal y paralela al listón, mientras que la propuesta de Fosbury incluye una trayectoria curva que termina por colocar al deportista justo al lado de la varilla a superar.
Anteriormente, en la definición del concepto de innovación hemos destacado que las propuestas innovadoras tienen un alto potencial para desplazar a otras soluciones, y con el tiempo son adoptadas por la mayoría. Al conocer la historia del salto de altura en los Juegos Olímpicos y de Dick Fosbury se puede identificar que este es un claro ejemplo de innovación. A pesar de que Fosbury ganó el oro olímpico y estableció un nuevo record olímpico (2,24 metros) con su nueva técnica en México en 1968, no consiguió superar el record mundial vigente en la época, establecido por Valeri Brúmel en 2,28 metros. Lo que si consiguió es que en la siguiente cita olímpica (Múnich 1972) 28 de los 40 saltadores utilizaron su técnica, en 1980 lo hicieron 13 de los 16 finalistas y actualmente es la técnica más popular en el salto de altura moderno. La propuesta de Fosbury no fue disruptiva por ver a un atleta saltar de espaldas, sino porque supuso un cambio de paradigma en la modalidad deportiva y este ha perdurado en el tiempo.
Las actualizaciones y mejoras incrementales
Cuando se encuentra una solución innovadora se alcanza un punto de inflexión que puede suponer una ruptura con un volumen de conocimiento o técnicas que poco pueden ser aplicadas a la nueva situación. Es aquí el momento en el que aparecen las actualizaciones incrementales de las que hemos hablado antes, pequeñas modificaciones que permiten obtener mejores resultados con mayor eficiencia, ya sea de energía o de tiempo.
En el caso de la técnica de Fosbury se identificaron algunas oportunidades para mejorar la propuesta inicial. Saltar de espaldas y emplear una trayectoria curva permitía incluir dos elementos clave que aumentaron con el tiempo los records mundiales. En primer lugar la utilización de los miembros superiores para acelerar en favor del salto el centro de masas global a través de la aceleración de los centros de masa segmentarios. Esto no podía implementarse en la técnica de rodillo ventral, en la que los brazos se situaban a los costados del tronco para evitar desplazar el listón, lo que suponía una desventaja competitiva. Por otro lado, la carrera curvilínea favorecía una inercia para seguir girando y colocarte de espaldas, y el momento de impulso se realiza ahora predisponiendo al complejo extensor del miembro inferior en una dirección favorable para pasar de espaldas. Con el tiempo estos dos elementos del saltos se han convertido en aspectos técnicos que se estudian y trabajan con el máximo cuidado y detalle con el objetivo de conseguir aumentar el salto un único centímetro y acercarse al éxito. Actualmente, el record en el salto de altura se sitúa en 2,45 m en la categoría masculina (1993) y 2,09 m en la categoría femenina (1987), por Javier Sotomayor y Stefka Kostadinova respectivamente. Una vigencia hoy en día de más de treinta años en ambos casos ¿Cuál ser la próxima innovación para superar ambos récords?
Existen otros casos de innovación en el deporte. Podríamos estudiar los cambios en la posición de los pies para el salto al agua o un mayor tiempo de buceo tras el viraje en la natación o el estilo de juego poderoso y agresivo de Serena Williams en el tenis, lo que ha llevado a un cambio de paradigma en la preparación física y de otras deportistas.
El inicio de una serie de editoriales
Ahora que hemos definido el concepto de innovación y establecido diferencias con las actualizaciones incrementales, estamos preparados para sumergirnos en una reflexión sobre cómo identificar la innovación en el deporte, cuáles son sus peligros y cómo navegar entre los riesgos que esta nos presenta. Pero esto será en la próxima editorial de Road to Performance.
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¿Has experimentado con innovaciones en tu entrenamiento? ¿Conoces algún caso destacable en tu deporte favorito? Nos encantaría escuchar tus experiencias y perspectivas. Deja tus comentarios abajo y únete a la conversación sobre la innovación en el alto rendimiento deportivo.